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  1. secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera secuencia de imágenes tomadas desde la gatera

    Cada día de la semana de San Fermín, sobre las 8 menos cuarto, Pío Guerendiain se acomoda en un taburete junto a la puerta de su establecimiento de muebles de baño. Abre la gatera, un pequeño agujero en las maderas de la defensa, y comprueba con su fotómetro la temperatura de la luz en la curva más emblemática del recorrido. Lleva 50 años retratando estas fiestas tan universales, desde ese lugar que su familia, hace ya siete generaciones, eligió para vivir.

    ESTAFETA, 1

    Por Miriam Hernanz y Miguel Campos

    Está alerta, pendiente de que suene el estruendo del cohete que inaugura el día; el inicio de un nuevo encierro. Cuando la Policía Foral abre la barrera de la plaza del Ayuntamiento, las ansias de la muchedumbre por acceder al recorrido levantan una ventolera pestilente que evidencia los excesos de la noche.

    “Yo lo llamo el hedor del miedo y me pone sobre aviso de que está a punto de sonar el cohete; es un olor espantoso pero muy específico”, recuerda Pío, cuyo lugar privilegiado le permite retratar trepidantes carreras.

    Apenas tiene fotos de corredores y toros porque el ángulo desde el que dispara es tan cerrado que o fotografía al animal o fotografía al mozo. Pero en sus series uno intuye, atisba y cree reconocer carreras imposibles de mozos valientes o, en su mayoría, imprudentes que intentan zafarse del asta en el último segundo.

    Desde su taburete siente el ‘subidón’ de la adrenalina cada vez que empuña su máquina durante los pocos segundos que transcurren desde que pasa el primer toro frente a su tienda hasta que la imagen del último cabestro se disuelve entre la muchedumbre.

    “Aún no me creo que nunca haya pasado algo grave en esta curva; algún susto sí, pero nunca un muerto o algo realmente grave. Dicen que es el capotillo del Santo que tengo pintado en la defensa. Muchos mozos antes de iniciar el encierro se acercan a mi tienda a buscar unos segundos de recogimiento. Una vez, una americana me preguntó si era un sacerdote”, recuerda entre risas este navarro de 66 años, que comenzó a retratar las fiestas de San Fermín en 1963.

  2. Encierro de El Pilar
    10 de Julio del 2012
    Fotos: Pío Guerendiain
  3. Encierro de Fuente Ymbro
    13 de julio de 2009
    Fotos: Pío Guerendiain
  4. En sus fotos, también capta primerísimos planos de la cabeza de los toros, que llevan semanas apartados de sus hermanos para correr en la dehesa y llegar bien entrenados a la gran cita con Pamplona.

    Miran de frente a la cámara de Pío, como pidiéndole un justo retrato a pocas horas de salir al ruedo.

    Dispara de forma automática, sin mirar casi por el objetivo: no hay tiempo. Los años le han enseñado cuál es el encuadre para ‘improvisar’ buenas fotos en los pocos segundos que tiene para pulsar su disparador. Viéndole ‘hacer’, uno tiene la sensación de que conduce un Formula 1 desbocado en el que los toros son las curvas y la cámara el volante con la que zafarse de un accidente mortal. No en vano el 11 de julio de 2009, un toro de Dolores Aguirre metió un cuerno en su ‘escondite’.

    Ante los Miura, hay estadounidenses que visten americana como un guiño a la bravura de esta ganadería

    • imagen de los encierros tomada el 7 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 8 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 9 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 10 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 11 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 12 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 13 de julio
    • imagen de los encierros tomada el 14 de julio
    • imagen de Pio
  5. ‘‘Cuando el toro metió su
    cuerno en mi gatera entendí
    por qué las cornadas tienen distintas
    trayectorias.

    Movía el asta de un lado a otro, era como un dedo que rasgaba toda la madera que encontraba a su paso.
    Fotografía del instante en el que un toro de Dolores Aguirre metió su asta en la gatera de Pío, el 11 de julio de 2009.

  6. La primera vez que le regalaron una cámara tenía 16 años, acababa de aprobar la reválida de Sexto de Bachiller y se sintió el rey del mundo con su obturador central. “Luego, cuando aprobé el PREU, una tía, que era dominica y vivía en Filipinas, me mandó una Asahi Pentax. Eso sí que fue el no va más”, recuerda con los ojos iluminados Pío, que sigue asombrándose de que las cámaras con motor de antaño pudieran disparar hasta tres fotos por segundo: “En 13 segundos te acababas las 36 fotos del rollo y no daba tiempo a cambiarlo para seguir disparando en el encierro”.

    Algunas mañanas de San Fermín, Pío lleva a su escondite a sus amigos, los mismos con los comparte cena cada noche de jueves desde hace 27 años en la sociedad gastronómica Hilarión Eslava, en Burlada. Se conocieron al fundar la primera asociación de vehículos 4x4 de Navarra y cada jueves planeaban la ruta del fin de semana. Hoy en día salen menos con el coche, pero no se pierden su cita con el mantel. Raro es el día que después del encierro Pío no pase por La Mañueta, la ‘txurrería’ con más solera de Pamplona, con 140 años de vida. Ahora ya solo abre en Sanfermines y algún domingo de otoño, en el que todos los hijos de la matriarca Paulina -médicos, ingenieros y otras “profesiones de bien”- arriman el hombro y sacan tajada a las fiestas.

    PAMPLONA ANTES DE LA AVALANCHA

    Muchos son los vecinos que huyen en fiestas de esta tranquila ciudad que se ve desbordada del 7 al 14 de julio. Así describen cómo se preparan para San Fermín.

    Porque Sanfermines, esas fiestas invivibles para muchos por la “avalancha de gente que cree que todo sale gratis” -como dice Guerendiain- se ha convertido para bastantes pamploneses en el momento del éxodo. Unos días para dejar la ciudad, irse de vacaciones e, incluso, sacar rendimiento económico a sus domicilios alquilándolos a los visitantes, que llegan a pagar hasta 1.000 euros por un fin de semana en un piso en el centro de la ciudad.

    Esta ciudad tranquila, de apenas 200.000 habitantes, se ve literalmente ‘tomada’ por visitantes ávidos de juerga sin límites. El año pasado, 1,2 millones de personas pasaron por Pamplona en los 10 días que duraron las fiestas, registrándose más de 1.300 denuncias por hurtos y un millón de kilos de basura.

    Australianos, mexicanos, alemanes, paraguayos, canadienses... todos ellos se ‘empadronan’ en Pamplona entre el 6 y el 14 de julio. Porque estas fiestas han dejado de ser de los ‘pamplonicas’ para convertirse en las fiestas de los ‘forasteros’.

  7. antes
    despues

    Y como ésta es una ciudad de tradiciones, los visitantes también son capaces de acuñar de un año para otro las suyas propias. Algunas tan absurdas como tirarse de la fuente de la Navarrería esperando que abajo le recoja la concurrencia.

    ‘‘ A más de uno le han hecho la ‘gracia’ de no recogerles y se quedó en silla de ruedas por las tres copas de más

    Pío no olvida el sabor de los Sanfermines de antaño: “Antes eran populares pero mucho menos voluminosas las fiestas. Se vivían más en los clubes, a donde venían a actuar las estrellas de la época. El club de Natación, el Club la Reina, el club de tenis; venían Massiel, Los Brincos... Pero todo acababa sobre las 2 de la mañana y a ver quién era el guapo que empalmaba con el encierro. También por eso corría mucha menos gente delante de los toros”, rememora este pamplonés, vocal vecino de la Casa de la Misericordia, institución organizadora de los encierros.

    “Íbamos también, sin mozos y en silencio, al encierrillo -el momento en el que trasladan a los astados desde Los Corrales del Gas hasta el corral de Santo Domingo, donde pasan los toros la noche antes del encierro-. Y como en aquella época solo había una barrera de protección, escuchabas el resoplar de los toros a tu lado”, describe.

  8. No-Do del 17 de julio de 1961
  9. En el primer piso de Estafeta 1 vivió durante muchos años la familia de Pío. Fue en 1754 cuando Miguel Guerendiain llegó, junto a su mujer Catalina de Narváez, desde Guerendiáin (Navarra) para establecerse en Pamplona como maestro cerero/confitero, dos profesiones que se unían porque algún uso había de darse a la miel después de extraer la cera.

    Desde entonces, seis han sido las generaciones que han continuado con el negocio en este establecimiento. Por orden cronológico han sido: su hijo Lorenzo; su nieto Alejo; su bisnieto Tiburcio -quien en torno a 1890 cambió la actividad de la empresa familiar al meterse en negocios de asfalto y cemento y traer de Francia e Inglaterra los primeros lavabos y bidés a Pamplona-; su tataranieto Pablo, su tatataranieto Pío -nuestro protagonista- y la última de las generaciones al frente del negocio Guerendiain, Juan, sobrino de Pío.

  10. En el pasado, los mozos corrían el encierro vestidos de traje, con chaleco, corbata y boina, y sólo cambiaban sus zapatos por alpargatas de esparto, para no resbalar ante las reses. Pero el esparto no salvó al padre de Pío, Pablo, de caer ante los toros en el número 1 de Estafeta en 1924. Ese instante fue captado en una fotografía que Pío guarda escrupulosamente y que aún hoy nadie sabe quién tomó. En el balcón, el mismo que visitó alguna vez el torero Juan Belmonte para presenciar el encierro, una mujer implora que ayuden al mozo caído, sin saber que se trata de su propio hijo.

    Esa caída grabada en su memoria y su afición por las fotos, le quitaron las ganas a Pío de ponerse delante de los toros, para alivio de su madre. “La única vez que he corrido fue cuando tenía 18 años e hice el mismo recorrido que solía hacer mi padre, desde la salida de la plaza del Ayuntamiento hasta la curva de mi casa. Me quité el mono y me dije, bueno, ya está. Ahora, a lo mío. A las fotos”, afirma.

  11. ‘‘Busco que mis fotos
    trasciendan,que vayan más allá
    de la pura imagen.
    Fotografía de Francisco Rivera, ‘Paquirri’ tomada por Pío en los Sanfermines de 1971

  12. Pío es capaz de reconocer la ganadería de cada encierro sin ver un solo toro, mirando solo fotos de los mozos: “Por ejemplo, cuando corren los Miura, muchos estadounidenses visten una americana color marfil, como un guiño hacía el señorío y bravura de esa ganadería”.

    • La procesión de San Fermín, en 1980.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Paquirri, frente a un toro en la feria de Pamplona en 1971, una imagen por la que Pío ganó el premio NEGTOR.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los ‘kilikis’ son otros de los personajes de estas fiestas y persiguen a los niños asustándoles.
      Foto: Pío Guerendiáin.
    • Un momento de una corrida de 1984, capturado de forma innovadora por la cámara de Pío.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Imagen del 'chupinazo' en la plaza del Ayuntamiento en las fiestas de 1976.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los toros corren alineados en un encierro.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un toro se queda rezagado en un encierro.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Imagen de 1976 de un encierrillo, el traslado de los toros a Santo Domingo que se hace la noche de la víspera.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Unas monjas siguen desde el balcón el paso de uno de los gigantes del desfile de Gigantes y Cabezudos.
      Foto: Pío Guerendiain
    • La churrería 'La Mañueta', que lleva la familia Elizalde desde hace 140 años, es la más típica de San Fermín.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un mozo cita a uno de los toros en uno de los encierros de 1990.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los mozos, en plena carrera en un encierro.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los toros emprenden la curva en un encierro de 1992.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un hombre vestido de Superman en plena fiesta en los tendidos de sol en 1979.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Paquirri, en otra imagen de 1971, poniendo un par de banderillas.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un toro a la entrada de la plaza en un encierro de 1990.
      Foto: Pío Guerendiain
    • El santo, flanqueado por los miembros de la Corporación Municipal en 1976.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Pío inspiró a Rafael Moneo para su cartel del 50 aniversario de la Feria del Toro de Pamplona, con esta fotografía tomada a finales de los 70.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los toros en un encierro de 1996, en una foto que se utilizó como cartel de la exposición de fotos de Pío en 2006.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Explosión de alegría antes del chupinazo en el Ayuntamiento de Pamplona.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un miembro de la procesión de San Fermín, en 1977.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Los toros se caen en la curva en un encierro de 2001.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Un mozo, atrapado bajo los toros en la curva en 2003.
      Foto: Pío Guerendiain
    • Fuegos artificiales en el Parque Yamaguchi en 1990.
      Foto: Pío Guerendiain

    De joven, Pío esperaba que llegaran las fiestas para ponerse a retratar. Que si los ‘kilikis’ persiguiendo a los niños para asustarlos, que si los gigantes y cabezudos en el pasacalles, que si la procesión del Santo, además del baile de la alpargata en el Nuevo Casino de la Plaza del Castillo o el almuerzo de las peñas tras el encierro. Sus instantáneas dan testimonio de unas fiestas que los pamploneses viven de día y que distan mucho de la imagen que se publicita en el extranjero de borracheras y aglomeraciones bajo la filosofía del “todo está permitido”.

    antes
    despues
  13. Encierro de Miura
    12 de julio de 2009
    Fotos: Pío Guerendiain
  14. Tardó en dejarse convencer por la fotografía digital y cuando lo hizo fue obligado por la industria, que dejó de fabricar material para poder seguir trabajando de forma tradicional. Ahora, está contento con su Fuji X20, que dispara tan rápido que capta series completas de escenas agónicas en las que los mozos retan a los toros por el exterior de la curva de Mercaderes. “Es lo más parecido a mi Leica que he encontrado y bueno, está bien, pequeñita, se maneja... Pero hasta 2008 no empecé a disparar en los encierros con una digital”, explica.

    Ha recogido premios por sus fotografías, como el NEGTOR por una instantánea de Paquirri toreando una tarde de feria de 1971. Ha expuesto en museos de todo el mundo, como el Reina Sofía de Madrid en 2009. Ha dirigido durante 11 años la galería Contraluz, en Pamplona. Pero este veterano sanferminero se siente incapaz de describir su trabajo: “Qué difícil... Busco que mis fotografías trasciendan, que no sea una instantánea del ahora, que solo sirva para epatar. En el fondo, todas mis fotografías terminan siendo yo mismo. Todas terminan siendo un autorretrato”.

  15. El 7 de julio, a las 8 menos cuarto de la mañana, Pío volverá a abrir su gatera en el número 1 de la calle Estafeta para inmortalizar una vez más las fiestas. Pero puede que sean las últimas. El edificio está en mal estado y el local, en peligro. Peleará para que esa esquina de Pamplona siga estando en manos de los Guerendiain pero tal vez las instantáneas de este año sean la rúbrica final a medio siglo de fotografías de los encierros desde la curva más emblemática de San Fermín.

    GUIÓN: Miriam Hernanz
    REALIZACIÓN: Miguel Campos
    DISEÑO: Ismael Recio
    DESARROLLO: RTVE.es
    REDACCIÓN: Alberto Fernández y César Vallejo

    Agradecimientos: A Pío Guerendiáin y sus amigos,
    por sus fotografías y su tiempo, y al Ayuntamiento
    de Pamplona por su amabilidad.

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