hola!2020

Porque nada es como recuerdas

El resumen de la década 2010-2020, en la que vivimos al límite.

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La década de la desigualdad

Por Pedro L. Manjón

Economía del 'Telediario'

Los últimos diez años han estado marcados por el estallido de la crisis, un acontecimiento enmarcado en la década previa con la caída de Lehman Brothers en 2008. La onda sísmica de aquel terremoto económico –el peor para los países avanzados desde la Gran Depresión de 1929– provocó numerosos daños en la sociedad.

La mayor parte de los datos macroeconómicos ya han vuelto a sus niveles de entonces. En España la tasa de paro es similar a la de finales de 2008 y en otros países es aún mejor, caso de EE.UU. o Alemania. Lo mismo podemos decir del Producto Interior Bruto o del déficit.

Sin embargo hay otros indicadores que muestran que sigue habiendo problemas. Es el caso del coeficiente de Gini, que se usa para medir el nivel de desigualdad existente, y que muestra que en países como España está en niveles similares a 2010.

Esto ocurre en otros Estados y es el origen de las protestas que se pueden ver en América Latina, por ejemplo, pero también del auge de la extrema derecha y del proteccionismo.

El terror a una nueva crisis

Cada vez que suena la palabra desaceleración o crisis, muchos son los que se preguntan si vendrá pronto y temen que vaya a ocurrir un cataclismo similar al vivido estos años: desempleo masivo, más pobreza…

No es lo mismo. Al menos no macroeconómicamente. Así lo creen los expertos, que señalan que antes o después viviremos otra crisis. Y aunque no se espera que sea como la anterior, eso no quiere decir que no vaya a provocar situaciones complicadas.

En muchos casos se pincha en hueso. El número de personas en paro en España supera los tres millones y la tasa de ahorro de las familias se situaba a finales de 2018 en mínimos de los últimos diez años. 

No sabemos de dónde vendrá la próxima crisis. Tenemos que seguir estando atentos, sobre todo al sistema bancario en la sombra”, aseguraba hace un par de años la por entonces directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ahora al frente del BCE.

Poco se ha hecho para poner coto a la banca en la sombra -el conjunto de entidades y actividades crediticias fuera del sistema bancario tradicional y no reguladas-.

Ahora, además de este aspecto, hay otros que preocupan, como son la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el Brexito la inestabilidad política que se vive en muchos países, incluido España.

Lab RTVE, 2020

Crisis, recortes, desigualdad

El rescate de varios países de la zona euro -que estuvo a punto de romperse-, la salida del Reino Unido de la UE y el giro proteccionista en el comercio mundial -con una guerra abierta entre China y Estados Unidos- son algunos de los hitos macroeconómicos ocurridos en los últimos años en el mundo. 

Entre los países más afectados por la crisis económica que estalló en 2008, los del primer mundo. Y, más concretamente, Europa, que se contagió rápido de la crisis. A su calor han crecido el proteccionismo económico, los nacionalismos y la extrema derecha. Y no solo en el Viejo Continente: el fenómeno es global.

La Gran Recesión golpeó a todos los Estados de la Unión Europea, pero se cebó más con los países con mayores desequilibrios económicos en sus cuentas. Uno de ellos fue España, que estuvo al borde del precipicio.

La crisis llevó al paro en España a niveles nunca vistos antes, con más de seis millones de desempleados. Es el aspecto más destacado de unos años en los que se disparó el déficit público y la deuda. La medicina que se aplicó fue la de un cóctel de recortes, subidas de impuestos y pérdidas de derechos que no se han recuperado, en algunos casos.

Las recetas de austeridad, muchas de ellas procedentes de la UE, también golpearon a otros países del euro. El caso más notable, el de Grecia, el primero de los países europeos en caer y el último en salir de un rescate financiero. 

En realidad Atenas necesitó de tres programas de asistencia, y de unos 300.000 millones de euros, para salvarse. A cambio, los griegos vivieron recortes brutales en todos y cada uno de los aspectos vitales: salarios, pensiones, sanidad, educación, cultura…

La pérdida de poder adquisitivo y la sensación de que poco o nada mejora pese a todos los sacrificios hechos están en la calle. Unas calles que vieron cómo se incendiaban con cada nuevo recorte, con cada nueva medida aprobada a petición de la troika.

Protestas en Grecia en 2010. Y protestas en muchos países de América Latina en 2019. Ya lo apuntaba un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2013: los países de América Latina con mayor número de protestas sociales son los que también presentan mayores desigualdades socioeconómicas.

Es el caso de Chile. El país más desigual de la OCDE ya vivió en 2011 una serie de manifestaciones ciudadanas que arrancaron por la educación, pero incluyeron las profundas divisiones de riqueza.

Ahora, en 2019, cuando más de la mitad de los empleados cobra menos de 485 euros al mes, se piden mejores salarios y pensiones, pero también precios más justos en bienes como el gas, la luz o el transporte y cambios en la educación universitaria y los servicios de salud.

La lucha contra la desigualdad y la pobreza es uno de los retos que afronta el mundo en estos días. Según la ONG Oxfam Intermón, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante. Y la desigualdad aumenta en todo el mundo: la brecha entre personas ricas y pobres se incrementa año tras año.

Pero también hay datos positivos. La pobreza extrema se ha reducido a la mitad en solo 15 años, según la misma organización. 

El Banco Mundial, mientras, subraya que hay menos personas que viven en la pobreza extrema, pero destaca que casi la mitad de la población mundial, es decir, 3.400 millones de personas, aún tiene grandes dificultades para satisfacer necesidades básicas.

Una generación marcada por la crisis

En el año 2011, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya advirtió de que había muchas posibilidades de que hubiera una generación de trabajadores jóvenes en todo el mundo que estuviera "marcada" por la mezcla de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario. Y alertaba del crecimiento del número de trabajadores pobres. 

En España, en la actualidad, los jóvenes menores de 25 años que están en paro superan el medio millón, con una tasa de más del 30%. Las cifras distan, no obstante, del máximo de la crisis: entonces eran casi un millón los jóvenes en paro (más del 50% de la población activa de esa franja de edad).

Hoy en día, siete de cada diez empleados de entre 16 y 24 años tiene un contrato temporal, la proporción más elevada de la UE. El problema no es exclusivo de ellos: la tasa de temporalidad es del 28% entre los asalariados de entre 25 y 49 años.

Y a todo lo anterior hay que sumar los salarios, más pequeños entre los empleados más jóvenes. El 65% de los menores de 24 años y el 46,9% de los que tenían entre 25 y 34 años cobraron menos de 1.260,9 euros al mes en 2018, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La precariedad es uno de los principales problemas del mercado laboral español. La cuestión es, como decía un informe del sindicato CC.OO. de finales de 2018, saber “si esa mayor precariedad es un peaje temporal de la crisis que se irá superando o se ha convertido ya en la nueva ‘normalidad’”.

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