Lee las cartas de despedida al 2020 de quienes han luchado y sufrido en primera línea la Covid-19
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2020, el año en el que no pudimos abrazar a nuestros mayores

Por Lidia Álvarez Alejo, terapeuta en la residencia Madre Maravillas.
Hace un año estábamos todos esperándote llenos de ilusión. Si me hubieran adelantado todo lo que nos ibas a traer, no me lo hubiera creído.
No suelo ser muy exigente con mis peticiones al año venidero. Suelo pedir que no me falte nada de lo que tengo, dado que tengo la suerte de tener salud, trabajo y mis familiares más cercanos conmigo. Es verdad que la parte más importante de esas peticiones me las has concedido, y te doy las gracias por ello.
Digo la parte importante, porque si nos paramos a analizar cada petición, podemos ver las carencias de cada una de ellas.


No dejaré de agradecerte que mi familia siga conmigo, pero no habría estado mal el haberles podido ver todo lo que me hubiera gustado, abrazarles más y no vivir con el miedo continúo a contagiarles y perderles. También tengo que dar las gracias por no haberme visto afectada a nivel físico por el virus, pero he de reconocer que me ha dejado algunas heridas en el corazón.
Por suerte, también mantengo mi trabajo. Habitualmente la gente no suele entender mi interés por el trabajo con personas mayores y es que no entienden que no hay personas más vulnerables y agradecidas que ellas. Para mí, son esas personas que han luchado por todo lo que tenemos hoy, que nos han cuidado cuando éramos niños y que se merecen todo nuestro respeto y admiración. Agradezco por tanto que me hayas permitido mantener mi trabajo con "mis abuelos", pero creo que con ellos te has llevado la peor parte.

A veces, echo la mirada atrás y recuerdo esos días en los que trajiste el virus y atacaste a todos ellos. Los que tuvieron la peor suerte, los que te llevaste, eran personas con las que charlaba todos los días, con los que me encantaba bromear o dar una muestra de cariño, y con los que me ilusionaba ante cualquier avance. Y no sólo es que te los llevaras, sino que lo hiciste despidiéndose de su familia a través de un teléfono que mi mano sostenía. ¿Se merecían ese final? ¿Se merecían esa despedida?.

No puedo entender de dónde pudimos sacar mis compañeras y yo tantas fuerzas. Nunca hubiera imaginado el poder soportar el ver a tanta gente pasarlo mal y no venirme abajo. Pero entonces no había tiempo para pensar. Solo había tiempo para luchar y no éramos conscientes de las heridas que la lucha nos estaba provocando. Con el tiempo, cuando nos diste una tregua con el virus, y dio algo de tiempo para reflexionar, empecé a ser consciente de esas heridas que la batalla había dejado en mí.
Dicen que el tiempo lo cura todo y tengo la esperanza de que vendrán tiempos mejores, pero el 2020 será el año en el que luchamos más que nunca y aun así tuvimos los peores resultados.
Espero que el 2021 nos ayude a curar las heridas y a recuperar a todos la ilusión.
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