Las mayores trampas deportivas de la historia

La selección española de baloncesto en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000 arrasó en todos los partidos, sorprendiendo a propios y ajenos. Su superioridad se entendió al descubrir que 10 de los 12 jugadores no tenía ninguna discapacidad intelectual. Es más, varios jugadores militaban en equipos de la Liga EBA (la liga amateur española). También había un periodista entre los infiltrados, que luego se justificó diciendo que estaba investigando para un reportaje. España tuvo que devolver el oro. No sabemos si es por lo bochornoso de la situación, pero no existen imágenes con buena calidad de aquel podio.

Rosie Ruiz, corredora amateur cubana, había conseguido una auténtica proeza: acabar el Mararón de Nueva York de 1980 en menos de tres horas, cuando tenía una marca cercana a las cuatro horas. Su jefe, motivado por tal éxito, le pagó la inscripción en el Maratón de Boston en el que Rosie salió con el dorsal 50. 2 horas, 31 minutos y 56 segundos después de la salida la cubana cruzaba con paso firme y casi sin sudar la meta, bajando 25 minutos su marca de Maratón. Había logrado la mejor marca de una mujer en Boston y la tercera mejor marca de la historia. Aunque nunca se supo cómo lo había hecho en Boston, la fotógrafa deportiva Susan Morrow declaró que en el Maratón de Nueva York acompañó a Ruiz en el metro hasta una zona cercana a la meta, donde certificaron a la cubana como corredora lesionada, llevándola al puesto de primeros auxilios y dando por válida su llegada.

La Federación ltaliana de Atletismo tenía sospechas de que el fondista Devis Licciardi usaba sustancias dopantes. Tras su participación en el campeonato nacional de 10 kilómetros de ruta celebrado en Bari en 2013 fue llamado a un un control antidopaje. Al solicitarle que orinase, Licciardi pidió quedarse solo porque a él "le gusta hacer esas cosas a solas", dijo. Sin embargo, los médicos están obligados a estar presentes durante la prueba, por lo que descubrieron que usaba un pene falso que guardaba dentro de los calzoncillos y que contenía orina limpia para eludir los exámenes antidroga.

Madison Square Garden, Nueva York, 16 de junio de 1983. Sobre el ring Billy Collins Jr., de 21 años, en contra de Luis Resto, un puertorriqueño de 29 años. Era un combate pensado para que Collins, con un palmarés de 14 victorias en 14 peleas, 11 de las cuales fueron por nocaut, se luciese. Resto era un combatiente duro, experimentado pero no tanto como para representar una amenaza real. En el tercer round Resto se pone al mando del combate, castigando con violentos golpes la cara de Collins, que en el décimo asalto pierde el combate con la cara totalmente deformada. Cuando el padre y entrenador de Collins fue a felicitar al puertorriqueño descubrió la trampa: los guantes de resto estaban rellenos de yeso.

Boris Onischenko, un oficial de ejército soviético, participó en los JJOO de Montreal de 1976 en la modalidad de pentatlón moderno, en el que entre otras modalidades se disputa una prueba de esgrima. Onischenko ideó un sistema que iluminaba la luz que registraba los aciertos en el marcador, incluso cuando había fallado. Mediante un cable dispuesto en su espada y un pulsador colocado en su mano era capaz de registrar un golpe a voluntad.

El rugby es uno de los deportes más nobles, por eso el caso de Tom Williams fue especialmente polémico. El jugador de los Harlequins, equipo de la Premiership inglesa, quería ser sustituido para que el árbitro permitiese un cambio con el fin de que otro compañero, con mejores cualidades que él, patease el balón en el golpe de castigo. Para ello se metió en la boca una cápsula de sangre al estilo de las que se usan en las películas que, tras morderla, llenó su boca y su cara de sangre. Al descubrirse la trampa, jugador fue sancionado con tres años y el entrenador del equipo con uno.

El entrenador del Southampton, Graeme Souness, pasaba un momento complicado con numerosas bajas en la delantera del equipo cuando recibió una llamada telefónica de George Weah, delantero estrella del fútbol liberiano y en ese momento en las filas del AC Milan. Weah le recomendó que contratase a un primo suyo llamado Ali Dia, que había jugado en el Paris Saint-Germain y en la selección de Senegal. Sin tiempo prácticamente para entrenarse con el equipo, Dia hizo un ridículo debut ante el Leeds en la Premier. Tan mal jugó que Souness llamó a Weah para pedirle explicaciones, a lo que Weah respondió que él nunca le había llamado, no tenía un primo llamado Ali Dia. Dia no apareció al siguiente entrenamiento argumentando una lesión y desde entonces nadie más lo volvió a ver