Nació en Venecia en 1417, era sobrino del papa Eugenio IV.
Sucesor del Papa Pio II, Paulo II es uno de los papas más mundanos de la época y se gustaba de particiar en toda clase de convites, fiestas y banquetes. En ellos cometía tales excesos que sus allegados temían que este género de vida llegara a costarle la vida.
Paulo II mantenía excelentes relaciones con Enrique IV. En 1469, dio poderes al legado romano Antonio De Venéris para sacralizar la paz de las Vistas de Guisando.
Harto de lidiar con los informes autojustificatorios de los dos bandos enfrentados, la Iglesia Católica, con Paulo II al frente, perseguía la ayuda económica de la corona de Castilla en su cruzada contra los turcos.
Paulo II también negó a Juan II de Aragón la bula papal para legitimar la boda entre Fernando e Isabel, que eran primos segundos, con la excusa de que ya había dado antes una similar a Enrique IV, permitiendo la boda de la princesa con Alfonso V de Portugal. No podía dar dos dispensas al mismo tiempo para que la joven se casara con dos pretendientes distintos.
En realidad, su postura contraria a las demandas de la corona aragonesa se debió a la buena entente que tiene con la corona francesa, que se disputa con la anterior los territorios fronterizos.
Fiel seguidor de la teoría de que es mejor dejarlo todo como está por si cambiarlo empeora, Paulo II se apoyó en Enrique IV en muchas ocasiones, veía a Castilla como aliado esencial y, pese a los esfuerzos de Juan II de Aragón, le negó la bula que legalizaría la boda entre Isabel y Fernando.
Hombre más dado a la contemplación artística y a fiestas y carnavales, era famoso por no resolver casi ninguno de los pleitos que le llegaban. Su muerte fue un alivio para la causa de Isabel.