Isabel de Portugal fue la segunda esposa del rey Juan II de Castilla y madre de los infantes Isabel y Alfonso. Fue Infanta de Portugal y reina consorte de Castilla.
El valido de Juan II, Álvaro de Luna, la eligió como segunda esposa del rey de Castilla no solo por su juventud y su belleza, sino también porque volviendo la mirada a Portugal se castigaba a Aragón por sus continuas intromisiones en la política castellana. Como regalo de bodas, Isabel recibió el señorío de las villas de Arévalo y Madrigal.
Isabel de Portugal era una madre entregada con elevados valores morales y grandes expectativas para sus hijos, a los que cuidó personalmente a pesar de la magnitud de la casa. La Reina Isabel se ocupaba de enseñar prácticas piadosas a sus hijos ya que profesaba una sincera fe cristiana.
Probablemente instigada por los nobles, Isabel fue esencial para que Juan II permitiera detener y ejecutar sumariamente a don Álvaro de Luna, el hombre que la hizo reina.
Isabel quería desplazar al valido del favor del rey, para ser la única que mandase sobre Juan II. Más tarde, enloquecida de remordimientos y dolor, buscó en Arévalo refugio apacible, llevándose allí a sus hijos.
El empujón definitivo hacia su locura lo recibió cuando Isabel y Alfonso le fueron arrebatados por orden de su hijastro, Enrique IV, pero por mandato de Juana de Avis.
Isabel de Portugal tuvo muy poca relación con el hermanastro de sus hijos. Su historia, a partir de la separación de sus hijos, fue un continuo empeoramiento de su enfermedad.