CARTA DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA - (10/1839) - 3
que en la de Concha, y puede usted venir con capa, o como mejor le parezca. Pero si absolutamente no puede usted tener esta confianza en casa, dígame usted dónde quiere que le vea; en casa de Concha o donde usted designe, y no me sea imposible ir, allí me hallará usted.
¡Cepeda! ¡Cepeda! Debes gozarte y estar orgulloso, porque este poder absoluto que ejerces en mi voluntad debe envanecerte. ¿Quién eres? ¿qué poder es ése? ¿quién te lo ha dado?... Tú no eres un hombre, no, a mis ojos. Eres el Ángel de mi destino, y pienso muchas veces al verte que te ha dado el mismo Dios el poder supremo de dispensarme los bienes y los males, que debo gozar y sufrir en este suelo. Te lo juro por ese Dios que adoro, y por tu honor y el mío; te juro que mortal ninguno ha tenido la influencia que tú sobre mi corazón. Tú eres mi amigo, mi hermano, mi confidente, y, como si tan dulces nombres aún no bastasen a mi corazón, él te da el de su Dios sobre la tierra. ¿No está ya en tu mano dispensarme un día de ventura entre siete? ¡Así pudieras también
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