CARTA DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA - (10/1839) - 4
señalarme uno de tormento y desesperación y yo lo recibiría, sin que estuviese en mi mano evitarlo! Ese día, querido hermano mío, ese día sería aquel en que dejases de quererme; pero yo lo aceptaría de ti sin quejarme, como aceptamos de Dios infortunios inevitables con que nos agobia.
No me haga usted caso; tuve jaqueca a media noche y creo que me ha dejado algo de calentura; ¿no es verdad? Mi cabeza no está en su ser natural.
Adiós. Lo que es esta noche, si usted me ve, [120] será en casa, porque C. ha quedado en venir, y no puedo yo ir a su casa sabiendo viene ella a la mía.
Deseo leer a usted un himno patriótico, que acabo de componer, y otros versos a un jilguero.
Adiós otra vez, mi dulce amigo: no conserves ésta, rásgala, te lo ruego. Es una carta de dislates, que sólo la desconfianza de que todas las que escriba hoy salgan lo mismo me hace mandar ésta. Hay días en que está uno no sé cómo: días en que el corazón se rompería, si no se desahogase. Yo tenía necesidad de decirte todo lo que te he dicho; ahora ya estoy más tranquila. No me censures, por Dios!
Foto: RTVE