El canto de la tripulación

La casa que Alberto alquila en la calle Martínez Corrochano se convierte en el vórtice de sinergias que brotan de un enérgico García-Alix, congregando a su alrededor el espíritu de un grupo de creadores “inquietos, irreverentes, agitadores”. Así nace El Canto de la Tripulación. La voluntad de un García-Alix lleno de ideas y un grupo de compañeros dispuestos a remar en una misma dirección nos brinda una de las experiencias editoriales más originales y arriesgadas de aquellos años. Formatos rotundos, maquetas abruptas, imágenes y textos que brotan del subsuelo haciendo protagonistas a los “otros”, a los admirados y a los propios, a “los malheridos, los bien amados, los traidores”.

Se conforma así una épica urbana que había tomado fuerza en aquellos años pero que en raras ocasiones se concretaba en proyectos colectivos. Repletos de influencias de todo tipo, muchas las del propio García-Alix, por los diferentes números de la publicación (diez en total) desfilaron historias de piratas junto con fotografías de “bikers”, dibujos pirateados de Clay Wilson, fotografías del propio García-Alix o de compañeros como Javier Esteban, Jose Luis Santalla o Luis de las Alas. Poesías de El Ángel que marcaron una época. Era la comprensión de una estética propia y de una forma de entender la creación desde un mirada diversa, particular, ambigua, en ocasiones aberrante y siempre apasionada.