En Haití, la profesión mayoritaria es 'buscavidas': personas que perdieron literalmente sus puestos de trabajo con el seísmo y que cada día salen a la calle a intentar ganar un jornal y seguir adelante.
El Mercado de Croix de Bossales, en donde compran los más pobres de Puerto Príncipe, es una amalgama de víveres esparcidos en el suelo junto a montones de basura y desperdicios.
Los haitianos no pierden oportunidad y cualquier esquina de la capital es buena para abrir cada dia un puesto nuevo. Venta de alimentos, música, ropa usada, hay que buscarse la vida, en un país en el que la renta per capita anual no supra los 660 euros.
El terremoto arrasó algunos de los edificios más importantes como el Palacio Nacional o el Museo Nacional de Haití. Francis Bejan, un obrero que trabaja en plena calle, se afana en arreglar algunos de sus muebles.
El agua es uno de los bienes más valorados en Haití, donde sólo el 50% tiene acceso a agua potable, según datos de la OMS. La epidemia de cólera que comenzó en octubre de 2010 ha dejado ya 5.000 muertos.
Las diferencias de clases en Puerto Príncipe se vive calle a calle. En un mismo lugar conviven tiendas de desplazados por el terremoto con fincas de la clase alta. El sueño de muchos pasa por la emigración.
En la isla de La Española conviven haitianos y dominicanos pero el trasiego en la frontera es incesante. Según datos no oficiales, hay unos 800.000 haitianos en República Domincana.
El deporte rey en Haití es, a diferencia de otras islas del Caribe, el fútbol y es habitual ver a los aficionados congregrase en torno a un televisor para ver grandes partidos como la final de la Champions.
Puerto Príncipe es una amalgama de simbologías e imagenes. Es el caso de este restaurante, en el que Metelus pinta a los héroes de la patria y los políticos del momento, como el presidente Michel Martelly.
Los haitianos no tiene porblema en demostrar públicamente sus creencias religiosas y cada domingo visten sus mejores atuendos para acudir a la iglesia. Se dice que Haití es un 80% cristiana y un 100% vuduista.
El presente y el futuro de Haití está en manos de los jóvenes, en un país en el que la edad media es de 21 años. Iniciativas como la de Jhimy y Calvens, que han abierto un proyecto innovador, dan esperanzas.
Tras el terremoto, muchos negocios desaparecieron. Otros, se mantuvieron en pie. Como el restaurante del señor Leganier, que ve en los productos autóctonos el mayor atractivo de su establecimiento.
Puerto Príncipe está lleno de pintores, artistas del hierro y la madera, creadores de todo tipo que se inspiran en la realidad diaria o en la rica tradición.
Jill regenta un puesto de libros en el centro de Puerto Príncipe. Cuentos infantiles, biografías de personas históricos, novelas románticas.. el negocio no va bien en un país en el que solo el 65% de la población está alfabetizada.
Hacerse con un medicamento en plena calle es una práctica muy habitual en Puerto Príncipe, donde los 'hombre-farmacia' comercian con píldoras -caducadas en muchas ocasiones- y que venden en monodosis o tableta.